domingo, 7 de mayo de 2017

ALIMENTACIÓN Y SALUD INTESTINAL. CAPÍTULO 2: LA FLORA INTESTINAL

 ¿Cómo llega  a colonizarnos la comunidad de billones de bacterias?

Al parecer, cuando nacemos, nuestro intestino es como una tierra virgen que pronto empieza a tener habitantes con el primer contacto con bacterias en el mundo tras el nacimiento. Cuando el bebé nace a través del canal de parto natural -la vagina- entra en contacto con multitud de bacterias de la madre que van a empezar a formar parte de su microbiota. Del mismo modo, cuando éste empieza a tomar la leche materna, el contacto con la mama y la ingesta de dicha leche va a incorporar diferentes bacterias a su flora intestinal. Esa primera microbiota es crucial en el desarrollo infantil, puesto que va a suponer su primera barrera de defensas. 
Podemos pensar que un bebé que no nace por vía vaginal o que no toma leche materna va a tener una microbiota más empobrecida y, por tanto, puede ser un bebé más proclive a contraer enfermedades, infecciones, desarrollar alergias. Parece ser que ya existen muchísimos estudios que lo confirman y hay numerosos profesionales que recomiendan intentar combinar la lactancia artificial con la materna aún cuando ésta sea casi nula, porque ello pondría en contacto al bebé con bacterias beneficiosas, es decir, que sería mejor un poco que nada. En algunos países también se trata a los recién nacidos con probióticos adaptados para paliar los efectos negativos que tendría el escaso contacto con las bacterias que ofrece la madre durante el parto.

Y, a partir de aquí, el desarrollo y equilibrio de la flora intestinal va a ser totalmente diferente en cada persona. El hecho de convivir con animales o no, estar en contacto con la naturaleza, una excesiva higiene o desinfección en el hogar, contaminantes ambientales como el diésel, el CO2, permufes aritificiales, productos de limpieza y desinfección, tóxicos provenientes de plásticos -tuppers, botellas, etc.-, la toma constante de medicamentos, la ingesta de antibióticos, el consumo de productos procesados, una alimentación donde se excluyen los cereales integrales, poca ingesta de frutas y verduras y su correcta elaboración en la cocina, el consumo o no de frutos secos, semillas, proteína de origen vegetal, un excesivo consumo de carne, poco descanso, estrés, poca realización de ejercicio físico, etc., son todo factores que van a influir en la composición de nuestra flora intestinal o microbiota.

Cuando la microbiota se ve alterada podemos experimentar multitud de síntomas y enfermar muy gravemente. Al parecer, según algunos estudios, cuando la microbiota está en desequilibrio existe un nivel de inflamación intestinal que aumenta considerablemente las posibilidades de padecer ciertos tumores. Algunos de los síntomas que podrían experimentarse son: cansancio, dolor de cabeza, gases, hinchazón abdominal, irregularidades en las deposiciones, asma, alergias estacionales, alergias alimentícias, psoriasis, fatiga crónica, fibromialgia, hongos vaginales, hongos en los pies, hongos en la lengua, sobrecarga hepática, dolores musculares, dolores de espalda, contracturas, depresión, cambios de humor,dificultades de concentración, pérdidas de memoria etc. Puede que algun@s os sintáis identificados con muchos de éstos síntomas. Sin ir más lejos, yo tenía 16 de ellos y venía experimentándolos en aumento de unos años para acá, pero los profesionales de la salud que me habían atendido hasta entonces solo me daban por explicación que era un poco hipocondríaca y depresiva. 

¿Y cómo puede ser que un desequilibrio microbiótico afecte de tal forma a nuestro estado de salud

Si pensamos en un intestino que deja pasar al organismo sustancias nocivas, por ejemplo, los órganos de limpieza como el hígado y los riñones deben trabajar más duro para eliminar dichas sustancias, porque no olvidemos que el organismo es un todo, con multitud de sistemas de defensa para autosubsanar los diferentes "errores" que ocurren a diario y, por tanto, si un sistema falla, otro acude en su "ayuda". No podemos separar un órgano del resto del cuerpo, de ahí la importancia que tienen las medicinas integrativas y holísticas, que tratan al enfermo desde una perspectiva global, investigando el porqué de las enfermedades, su prevención y no solo su tratamiento paliativo o curación. Dicho esto, cuando el hígado y los riñones trabajan en exceso pueden sobrecargarse, inflamarse y dejar de realizar su trabajo correctamente o no abarcar todo el que tienen. Un órgano inflamado necesita que el músculo que lo sostiene trabaje más duro, lo que puede dar lugar a contracturas, dolores de espalda, etc. Si el organismo recibe sustancias tóxicas y éstas no son eliminadas, poco a poco éste va sobrecargándose y sus funciones se ven afectadas, lo que puede dar lugar a cansancio, dolores de diferente índole, etc. 

Volviendo a la microbiota. como bien hemos comentado con anterioridad, en ella existen tanto bacterias beneficiosas como otras que no lo son tanto, pero que su presencia es necesaria en el buen funcionamiento del organismo. Tal es el caso del hongo Cándida Albicans, que muchos conoceréis porque puede estar presente en la vagina, en la lenguaetc. La Cándida convive en armonía en nuestro intestino, es un hongo que se alimenta de azúcares simples, por lo que cuanto más azúcar le ofrezcamos a través de nuestra alimentación, más grande y poderosa va a hacerse. Una cándida intestinal descontrolada puede enraizar en las paredes intestinales, volviéndose patológica. Sus raíces afectan a la capa protectora del intestino, haciendo pequeños "agujeros" en ella, lo que se conoce como permeabilidad intestinal. El aumento en la permeabilidad intestinal va a hacer que moléculas más grandes que no deberían pasar al torrente sanguíneo, así como sustancias tóxicas, pasen a sus anchas. De este modo podemos, por ejemplo, desarrollar alergias: cuando nuestras defensas detectan sustancias extrañas en el organismo, desarrollando anticuerpos para la misma, los cuáles pueden reaccionar de forma virulenta dando pie a los diferentes síntomas alérgicos que van desde un simple moqueo hasta la muerte por anafilaxia. La permeabilidad intestinal aumenta el nivel de inflamación orgánico y, por tanto abre las puertas al desarrollo de muy diversas enfermedades y patologías.

¿Y cómo puedo saber si padezco candidiasis intestinal? Según los médicos que me trataron, la mayoría de la población sufre una disbiosis intestinal, es decir, un desequilibrio en la flora bacteriana, lo que nos predispone a padecer diferentes enfermedades de más a menos graves. Esto se debe, como ya he comentado, al nivel de vida, el entorno y, sobre todo, los hábitos de alimentación. 

Ahora piensa: ¿he consumido antibióticos a lo largo de mi vida? ¿he estado estresado? ¿consumo bollería, azúcar o edulcorantes añadidos, cereales refinados, pan blanco, chucherías, caramelos, dulces, zumos industriales, bebidas azucaradas, alcohol, trigo, comidas preparadas, salsas, alimentos de baja calidad, verduras y frutas tratadas con pesticidas, exceso de carne, carnes no ecológicas, pescados de piscifactoría, lácteos y derivados de baja calidad, etc.? ¿llevo una vida sedentaria? 

Si la respuesta es afirmativa  es mucho más que probable que experimentes una disbiosis intestinal, puesto que las bacterias beneficiosas no están recibiendo su "alimento" natural y sí lo están haciendo las más nocivas. 

Para comprender cuán importante es la alimentación saludable en el equilibrio intestinal es necesario conocer cómo se alimenta nuestra flora:

Existen alimentos cuyos nutrientes son absorbidos en el intestino delgado durante la digestión. Otros no pueden serlo porque necesitan de una segunda "digestión" en manos de las bacterias beneficiosas. Así, alimentos ricos en fibra como la fruta y verduras, legumbres o cereales integrales suponen el alimento de la flora intestinal beneficiosa, puesto que contienen carbohidratos que llegan hasta dichas bacterias y ellas son las encargadas de "comerlos" y transformar el alimento en sustancias aprovechables para el organismo. Cuando el cereal que tomamos no es integral, por ejemplo, dicho aporte alimentício no llega a la microbiota, por lo que si no comemos la cantidad de verduras, fruta, legumbres y cereales integrales conveniente, nuestra flora va a pasar mucha hambre. Pero la microbiota no se deja morir así como así, sino que ésta tiene otros caminos para subsistir y es que parece ser que la flora intestinal se alimenta de la capa mucosa protectora que hay en la pared del intestino. Por tanto, si la flora se "come" la capa mucosa, de nuevo nuestro intestino deja de ser efectivo y la pared se vuelve permeable, poniéndonos en situación de enfermedad. Del mismo modo, si no tomamos dichos alimentos pero ingerimos azúcar añadido, edulcorantes, productos prefabricados, bollería, bebidas azucaradas, cereales refinados, pan blanco, trigo, alimentos de baja calidad, exceso de carnes, carnes no ecológicas contaminadas, pescados de piscifactoría, lácteos y derivados de baja calidad, etc., las bacterias nocivas se alimentan de ello, creciendo cada vez más. Si hay una disminución de las bacterias beneficiosas, las nocivas van a  tener más espacio en el intestino para reproducirse y, si además las alimentamos como a ellas más les gusta, el camino hacia el desequilibrio orgánico y la enfermedad o patologías están más que asegurados. 

¿Qué pasa cuándo consumimos medicamentos o antibióticos? Los antibióticos, como su propio nombre indica, sobre todo los de amplio espectro, que son los más utilizados en las afecciones comunes, acaban con la vida de diferentes microorganismos en nuestro cuerpo, dando al traste con gran parte de la microbiota beneficiosa en el intestino. Esto supone un campo abierto para ser colonizado por las bacterias nocivas, sobre todo si la alimentación no es la adecuada. De ahí la importancia de la toma de probióticos que ayuden a restaurar la flora intestinal y de llevar una dieta estrictamente saludable. Algo similar ocurre con la ingesta continuada de medicamentos.

Una microbiota debilitada va a hacer que seamos más propensos a resfriarnos, que dichos resfriados nos duren bastantes días y sean bastante virulentos, vamos a ser más propensos a coger infecciones, virus y enfermedades contagiosas, entre otras. Debo hacer un inciso para que veáis de qué forma afecta todo esto a nuestra salud y es que, en mi caso concreto, era una persona que solía resfriarse entre 3 ó 4 veces al año, con resfriados potentes de 10 días de duración, solía coger la gripe y todos, absolutamente todos los años experimentaba un episodio de gripe intestinal. Después del tratamiento y reestablecer mi flora, hace casi dos años que no me resfrío, no he vuelto a tener la gripe ni ninguna gripe intestinal. He estado en contacto con niños con enfermedades infecciosas, las cuáles no he pasado a lo largo de mi vida y no las he cogido. Sé que es mi caso particular, pero gracias a esta experiencia he conocido muchas personas con el mismo cambio en la alimentación y todas hemos experimentado estos cambios positivos en  nuestra salud. Además de todo ello, como sabéis, he conseguido superar mis alergias alimentícias y controlar las estacionales, pero de ellos ya hablé en el correspondiente post que podéis volver a consultar aquí

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