martes, 29 de agosto de 2017

DIARIO DE VIAJE: CANTABRIA.

¡Hola de nuevo! Después de haber estado prácticamente un mes ausente con unas merecidas vacaciones y una desconexión total de las rutinas, aquí estoy de nuevo para seguir compartiendo con vosotr@s aquello que voy descubriendo y me apasiona.

Este verano hemos tenido el placer de viajar a una comunidad preciosa: Cantabria. Si bien no hemos podido visitar todo lo que nos hubiese gustado, pues era imposible no pararse a deleitarse con cada aroma, el frescor de su naturaleza, sus gentes y tradiciones, sí hemos podido vivir y empaparnos de gran parte de ella.

Como sabéis, este diario de viaje va encaminado a demostrar que SÍ, ES POSIBLE, viajar y comer de forma saludable, aun con intolerancias, alergias o lo que sea. Tan solo es necesario un poco de planificación.

Hoy voy a haceros un resumen de cómo nos organizamos para realizar este viaje sin problemas y disfrutar al máximo.

Cantabria es conocida gastronómicamente por sus carnes de calidad, legumbres, cocidos, así como quesos artesanales y leches frescas. Ahora bien, como sabéis y habéis ido leyendo a lo largo de los diferentes posts de este blog, no consumo productos lácteos y he reducido muchísimo el consumo de carne. Además sabéis que no consumo gluten por salud, aunque en la última revisión la intolerancia estaba más que controlada y no me ocurre nada si algún día tomo un poco, siempre que sea de calidad. Con todo ello, cuando viajo lo más "complejo" son los desayunos, ya que en España es casi imposible encontrar un desayuno que no consista en pan, mermelada, embutidos, quesos o lácteos y bollería, productos todos ellos que no consumo por salud. Así pues, cuando viajamos suelo llevar un kit básico de desayunos que puede ser: tortitas de arroz, un bote de tahin, un vaso, algún brick de leche vegetal pequeño, semillas de chía, granola casera y fruta.Y en este caso llevé un poco de pan de frutos secos que había cocinado en casa para un par de días. 

Antes de salir me cercioro que, donde voy, hay nevera para poder guardar la fruta y el pudding de chia que me preparo la noche de antes. Solemos viajar a apartamentos, ya que facilita mucho el tema de la comida al no depender de comidas preparadas en hoteles o en alojamientos sin desayuno contratado.

En este viaje nos alojamos en la localidad de Frama, a 2 km de Potes (Cantabria), en Posada La Casa de Frama. Un lugar encantador rodeado de naturaleza, paz y tranquilidad, que no ha hecho más que recargarnos las pilas, el cuerpo, la mente y el corazón. Allí, Alberto Lombraña, el dueño, te recibe como si fueses de la familia y te entrega las llaves de la posada donde alquilamos una habitación. En la sala común teníamos una neverita donde yo dejaba cada día mis desayunos y nunca nadie tocó nada de lo que allí tenía. De hecho había más huéspedes que hacían uso de ella. 

DESAYUNOS

Durante los 7 días que estuvimos fui alternando tortita con tahini y algo de lechugas que me compraba, una infusión y fruta, o bien pudding de chía que preparaba la noche anterior, con fruta y algo de granola que llevaba en un tarro de cristal. Todo ello lo llevé de casa puesto que no sabía si allí podía disponer de ello. Luego descubrimos una ecotienda LA DESPENSA DE LIÉBANA donde encontrar todo lo que yo traía de casa.

Haciendo un paréntesis, en la ecotienda LA DESPENSA DE LIÉBANA, disponían de helados veganos y, por primera vez en dos años, pude disfrutar como una enana de un par de helados sin lácteos, siendo la más feliz del universo. ¡Qué fácil es hacer feliz a la gente! No entiendo por qué no hay más tiendas como esta con la cantidad de personas que hay que no toleran los lácteos o no los toman por salud. ¿Es que no se merecen disfrutar de helados de vez en cuando? Ya yaaa, sé lo que estaréis pensando, "pero si Isa no toma nada de azúcar" y no lo hago, pero de vez en cuando algún capricho sí que me doy, como estas dos bolas de helado que probé, una de coco y otra de chocolate, por cierto, ¡sin frutos secos! ¿Qué más se puede pedir?

COMIDAS Y CENAS

Como nuestro viaje a Cantabria iba encaminado a realizar unas cuantas rutas de senderismo en montaña y  alta montaña, también me traje de casa unas barras de pan sin gluten, que aunque no son lo más saludable del mundo, sacan de un buen apuro cuando no puedes llevarte tu propio pan hecho en casa por falta de congelador. Además había comprado un par de tarros de humus ecológico, un paté de berenjena y una olivada. Así pues, con ello comimos los días que hicimos rutas en Fuente Dé (ruta de los Horcados Rojos y ruta de bajada al cable) y Ruta del Cares (Caín-Poncebos) y no podíamos ir a comer a restaurantes.  El resto de días fuimos a lugares recomendados por Alberto o restaurantes reconocidos para probar la gastronomía típica de allí. 
Aunque sabéis que no como casi carne, no quería irme de Cantabria sin probar sus platos típicos y así lo hice, aunque en todos los restaurantes había opción vegetariana o vegana en sus cartas, aunque esta última no tenía mucho dónde elegir. 

Aquí os dejo algunas imágenes de los bellos parajes que acompañaron nuestras comidas en ruta.



Fuente Dé (Horcados Rojos)


Ruta del Cares


Fuente Dé (Ruta de bajada al cable)




Estos son los lugares donde disfrutamos de la gastronomía del lugar:

- Asador Llorente (Potes): fuimos dos días, uno para cenar una rica ensalada de pimientos del piquillo con anchoas del cantábrico y una parrillada de verduras. Otro para comer carne: cordero lechal y ternera tudanca, acompañado siempre de grandes ensaladas frescas.

- El Bodegón (Potes): una cena compuesta por ensalada, judías verdes salteadas con verduras y revuelto de setas (aunque este último llevaba lácteo y yo no lo probé por intolerancia y salud)

- Restaurante Marisquería Adolfo, Comillas (Cantabria): una comida consistente en una ensalada y rodaballo fresco a la plancha. Pescado exquisito de la zona.

- Casa Cuevas, Caín (León): una parada tras una larga caminata para tomar una infusión del tiempo refrescante, en un entorno maravilloso donde la madera y la piedra se adueñaban del lugar.

- La Solana, Bárcena Mayor (Cantabria): comida consistente en cocido montañés, típico de la zona. legumbres con un poco de carne, disfrutando de la excepción que me permito durante las vacaciones, a sabiendas que durante el año sigo una dieta saludable basada en verduras, legumbres y cereal integral, con menor presencia de pescado, huevos y carne. El cocido montañés del restaurante La Solana era indescriptible. Sin duda hay que probarlo si no eres vegano o vegetariano, aunque el restaurante también disponía de opciones para éstos últimos. 

- Quesería Las Brañas de Pendes, quesucos de Líebana. Pendes (Cantabria): si queréis probar un queso de verdad y no esos productos a los que llaman queso que venden en grandes superfícies y que nada tienen que ver con el queso de calidad que se hacía tradicionalmente, éste es un buen lugar. Puedes hacer una cata y elegir los que más te gusten. Aquí también hice una excepción para probar algo tan tradicional de la tierra. Pero lo verdaderamente maravilloso del lugar fue la amabilidad con que nos enseñaron la quesería, el proceso de fabricación, la calidad de la leche utilizada y el respeto hacia los animales que les proveen de la misma, así como el interés de su dueño por hacernos conocer los alrededores, llevándonos él mismo a un lugar encantador repleto de castaños centenarios en un paraje incomparable.

- La Soldrería, Potes (Cantabria): cena, esta vez no muy saludable: patatas bravas, rabas de calamar con harina de garbanzo y setas con ajo y perejil. si bien no elegimos cosas demasiado saludables el restaurante disponía de platos verdaderamente vegetarianos, tales como taboulés, tablas de verduras a la plancha, entre otros. La terraza muy agradable y los camareros, reflejo de una mentalidad multicultural, muy atentos. Nos encantó el lugar. Además, fue uno de los lugares que más controlaban el tema de la celiaquía y la intolerancia al gluten, diferenciando perfectamente entre ambas y con opciones para todos.

- Un par de noches nos compramos una lechuga, tomate, pepino y cebolla y cenamos una rica ensalada en el jardín de la casa, ya que habíamos hecho comidas más copiosas y no queríamos sobrecargarnos, servidas en un par de tuppers que traíamos del viaje de ida con nuestra comida: ensalada de mijo.

Os dejo con un par de fotos impresionantes de pendes, donde podéis observar un castaño de 12 m de perímetro y los prados del lugar.



Pendes


Una de las cosas que me encantó de Cantabria es la conciencia que tienen allí con respecto a las alergias, intolerancias y celiaquía. En todos y cada uno de los restaurantes a los que fuimos tenían opción para celíacos y, en todos ellos, aunque yo no hice uso puesto que no es bueno abusar del pan, tenían opción de pan sin gluten, sin miradas extrañas ni sentirte como un bicho raro. Allí era como algo natural. 

Además, en Potes, los Lunes hay mercado, donde bajan de los pueblos cercanos los lugareños a vender productos de la tierra: legumbres de todo tipo (base de la dieta), quesos artesanales, panes artesanales (también probé uno de ellos, ya que nada tienen que ver con el pan que suelen venderse en los hornos de aquí), productos cosméticos, carnes, harinas, etc. 
Debo destacar dos  aspectos que me fascinaron: el primero de ellos fue un puestecito de harinas donde sorprendentemente podías adquirir harinas de todo tipo: arroz, garbanzo, trigo sarraceno, maíz, etc. En varias tiendas vi harinas, más allá de la de trigo, pues al parecer allí tienen una mentalidad más abierta y utilizan otro tipo de harinas en la elaboración de sus productos. Aquí, en Valencia, es muy complicado encontrar harinas a no ser que acudas a una ecotienda. El segundo puestecito fue el de una chica que vendía cosmética natural: jabones, cremas, etc., todas ellas utilizando como base la cera de abeja.  Tuve el honor de adquirir unas cremas que me encantaron y, sin duda, os recomiendo que, si alguna vez vais por allí, probéis sus productos, pues son de calidad y respetuosos con el medio. Ella es Alma de Liébana. Podréis encontrarla en la sección "¿Dónde comprar?"

La verdad es que ha sido un viaje intenso, repleto de lugares y rincones nuevos por descubrir, gentes maravillosas y un nuevo reto  para mi, viajar sin apartamento ni cocina disponible.

RETO SUPERADO.

Cantabria, inmensamente bella.


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